miércoles, 6 de octubre de 2010

Salud mental, damnificada

Zona De Tolerancia



Rodrigo Vidal

Reza el dicho que de músicos, poetas y locos, todos tenemos un poco, y nada más cierto que eso. Las enfermedades mentales son tan comunes hoy en día que nadie escapa a ellas, pero ¡ojo! no quiere decir que todos requiramos de encierro.

Por relacionar enfermedad mental con locura, la población en general rechaza prestar atención a su salud mental, y mucho más rechaza cualquier diagnóstico que determine ayuda psiquiátrica. Aún en tiempo de desastres como el que generaron las inundaciones en el sur del estado, cuenca del Papaloapan, por el huracán Karl y las lluvias de Matthew.

La idea de “locura” genera que muchas enfermedades mentales no se traten, como la depresión, y como resultado de eso se tengan consecuencias como el incremento en el índice de suicidios entre adolescentes, niños y ancianos.

También influye la desinformación sobre las enfermedades mentales, pues las personas que las padecen sufren discriminación social e institucional, por eso es mejor callarla.

Enfrentar la pérdida de pertenencias durante desastres como el generado tras el paso del huracán Karl o las inundaciones, trae como consecuencias afectaciones a la salud mental de los damnificados, y es preocupante que hasta el momento el Sector Salud, a pesar de contemplarlo, no esté actuando en consecuencia.

Estudios sobre prevalencia de trastornos mentales en situaciones de desastre, indican que las consecuencias pueden consistir en trastornos de ansiedad, comenzando con el Trastorno Estrés Postraumático, trastornos del estado de ánimo, abuso de sustancias, violencia, psicosis, problemas familiares, alteraciones del sueño, de la memoria, entre otros.

En la mente de muchas personas queda impregnada la imagen de la tragedia y el dolor por la pérdida total de bienes acumulados en toda una vida. El pasado lunes Sandra Soto Rodríguez, dirigente priista de una organización de mujeres señalaba que niños, mujeres y ancianos requieren de atención mental, pero no hay quien ayude.

En este tipo de desastres, la gente da prioridad a la recuperación de sus pertenencias, posteriormente a la atención de salud física y pocas veces a los problemas de salud mental.

En ocasiones, los años pasan y el recuerdo no puede borrarse. La falta de atención a la salud mental de los habitantes de zonas devastadas los mantienen con trastornos. Urge atención especial para las familias que se concentran por cientos en los albergues, pues al no saber las condiciones de sus propiedades o la situación de otros familiares, incrementa el nivel de estrés, aunado al hacinamiento.

Es importante que los damnificados reciban la atención psicológica necesaria, para disminuir las secuelas de los trastornos mentales que generó el huracán y las inundaciones.

La ayuda material importa, y no ha sido suficiente, pero así como urge alimentar el cuerpo, requieren de atención la mente y el espíritu de los damnificados. Comentarios, quejas y sugerencias, ya saben, dejar aquí y síganos en Twitter: @ZonaDtolerancia.

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