miércoles, 13 de octubre de 2010

Reducción de desastres

Zona de Tolerancia



Rodrigo Vidal


De ninguna manera esperaba que la histeria fuera una de las reacciones a las notas publicadas el lunes (Veracruz, se aclimata o se acli…) y martes (Sólo los pobres viven en zonas de riesgo), sobre el cambio climático y a la columna Visión de hormiga, sin embargo me encontré con la siguiente expresión en los comentarios de una de las lectoras de la Zona: ¡Qué miedo, moriremos quemados y ahogados!

Compartir información sobre las consecuencias que tendrá el cambio climático en nuestro entorno tiene como fin generar conciencia para tomar medidas que contribuyan a disminuir a emisión de gases de efecto invernadero, los causantes del calentamiento global. Va implícita la intensión de informar a la gente sobre cómo reducir los riesgos ocasionados por la acción del hombre y los fenómenos naturales que cada vez son más intensos.

Este miércoles se celebra el Día Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales (término que, como lo dije una vez, no comparto). A través de la resolución 44/236 (22 de diciembre de 1989), la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el segundo miércoles de octubre como Día Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales, fecha que fue observada anualmente desde 1990 hasta 1999.

En 2001, la Asamblea General decidió seguir observando el segundo miércoles de octubre de cada año para este fin, (resolución 56/195, 21 de diciembre) como medio de promover una cultura mundial de reducción de los desastres naturales, que comprenda prevenirlos, mitigarlos y estar preparados para ellos.

Aproximadamente el 75 por ciento de la población mundial vive en zonas que han sido azotadas, al menos una vez entre 1980 y 2000, por un terremoto, un ciclón tropical, una inundación o una sequía. Por eso es reciente el reconocimiento a la importancia de las consecuencias que tiene para el desarrollo humano una exposición tan alta a los peligros naturales.

Sobre todo que los llamados desastres naturales se encuentran íntimamente relacionados con los procesos de desarrollo humano. Si no hay presencia humana, no hay desastre, por lo que los desastres ponen en peligro el desarrollo.

La buena noticia es que el desarrollo humano también puede contribuir a reducir eficazmente los riesgos de desastre.

La ONU estima que hay 184 muertos por día en distintas partes del mundo por un “desastre natural”. Sólo el 11 por ciento de las personas expuestas a peligros naturales vive en países con un bajo índice de desarrollo humano, pero representan más del 53 por ciento en el total de las muertes registradas (de nuevo la pobreza o subdesarrollo como sinónimo de riesgo).

Pero existe una interacción entre las pérdidas por desastres y otros tipos de problemas: financieros, políticos, sanitarios y ambientales, que tales pérdidas pueden incluso agravar. Por si fuera poco, las pérdidas por desastre pueden aplazar las inversiones sociales para paliar la pobreza y el hambre, ofrecer acceso a la educación, servicios de salud, vivienda digna, agua potable y saneamiento, o proteger el medio ambiente, así como las inversiones que generan empleo y fuentes de ingresos.

Como la acción humana va ligada al desastre, existen varios ejemplos de iniciativas de crecimiento económico y mejoras sociales que han generado nuevos riesgos de desastre. La rápida expansión urbana es uno de estos ejemplos. El crecimiento de asentamientos informales y tugurios en el corazón urbano alimentado por inmigrantes o la migración interna desde asentamientos urbanos más pequeños o desde el campo a las grandes ciudades, ha provocado el florecimiento de entornos habitacionales inestables. Estos asentamientos a menudo se encuentran en barrancos, laderas empinadas, en zonas de inundación o próximos a plantas industriales o sistemas de transporte nocivo o peligroso.

Los medios de subsistencia rurales se encuentran amenazados por las consecuencias locales del cambio climático o el deterioro del medio ambiente. La capacidad de supervivencia de muchas personas se ha visto afectada por la necesidad de competir en un mercado globalizado, que actualmente valora más la especialización productiva y la intensificación que la diversidad y la sostenibilidad, detalla la ONU.

A continuación, algunos pasos para tratar la reducción de riesgos de desastre y el desarrollo que hace el organismo internacional y que bien podría retomar el Estado:

- Reunir datos básicos sobre los riesgos de desastre y diseñar herramientas de planificación que acompañen la relación que existe entre las políticas de desarrollo y los riesgos de desastre.

- Reunir y dar a conocer las mejores prácticas de planificación y políticas de desarrollo que reducen los riesgos de desastre.

- Promover la voluntad política para dar una nueva orientación tanto al sector del desarrollo como al de la gestión de desastres.

No hay desastre natural, depende del desarrollo humano. Tampoco son cuentos para espantar a nadie, sino información para tomar acciones. Comentarios, quejas y sugerencias, dejar aquí y en Twitter: @ZonaDtolerancia

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