jueves, 2 de septiembre de 2010

Quiero y puedo

Zona de Tolerancia



Rodrigo Vidal

A propósito de la conmemoración del Día Mundial de la Salud Sexual, el próximo 4 de septiembre, encontré un tema que a muchos podrá inquietar, pues generaría doble prejuicio: la sexualidad en las personas con discapacidad.

Pero no tendía que ser así. Sin embargo, como el tema de la sexualidad resulta incómodo para muchos, la sola posibilidad de pensar que las personas con alguna discapacidad tienen derecho a ejercer su sexualidad plenamente y lo hacen, ya suena –y no lo es-, escandaloso.

Durante una visita al Centro de Atención Múltiple (CAM), de Poza Rica, la directora del plantel que capacita a jóvenes con algún tipo de discapacidad para incorporarlos a la vida productiva, comentó que es innegable cuando existe atracción física entre dos jóvenes.

Independientemente del tipo de discapacidad, “la hormona es la hormona” y los jóvenes comienzan a notar el cambio físico en sus cuerpos y a experimentar atracción hacia otras personas, algo que resulta difícil entender a sus padres.

Sin embargo, así como se cuentan las historias de superación, también es posible conocer algunas de parejas de enamorados entre los que ahí asisten. Hubo un caso de unos jóvenes con Síndrome de Down que tenían permiso de sus padres para visitarse e ir juntos al cine; ambos ya hacían planes para casarse.

Tanto los padres como las maestras del CAM comenzaron a involucrarse en la enseñanza sobre sexualidad, para que ambos jóvenes tuvieran la oportunidad de disfrutarse, pero también, como explicaban las docentes, para que identificaran cualquier indicio de abuso sexual y se defendieran.

Por desgracia, este ejemplo no representa la situación de la población con discapacidad que requiere de acceso a información sobre sexualidad. Mucho del material informativo disponible es demasiado “general”, y raramente menciona las cuestiones específicas que pueden ser necesarias, por ejemplo, para una persona con problemas motrices.

A eso le agregamos que son muy pocos los padres y amigos que tienen la experiencia o el conocimiento necesario para brindar consejos o datos sobre el tema, y que vaya más allá de los ridículos mitos sobre el sexo de la gente con discapacidad, que rayan en los extremos, como el creer que los discapacitados no están interesados en el sexo, o que no son capaces de realizarlo o, por el contrario, verlos como gente excesivamente interesada en el sexo y con un comportamiento sexual sin inhibiciones.

Pero la información exacta, y libre de opiniones estereotipadas, debería estar disponible para cada persona con algún tipo de invalidez, para que puedan desarrollar una vida sexual sana.

Alunas organizaciones que trabajan con personas discapacitadas, señalan que “la aplicación de la información para la protección de la salud, también es un componente crítico en la sexualidad de discapacitados, ya que la gente lisiada es a menudo más vulnerable al abuso sexual, y la información para la prevención debería ser fácilmente accesible”.

Es necesario, como en muchos aspectos de la enseñanza de la sexualidad, impedir que el mito asuma el control de la razón, pues significaría exponerlos a las enfermedades de transmisión sexual.

El acceso a los materiales de información es, por lo tanto, muy importante tanto para los discapacitados como para sus familias, sus profesores, sus médicos, y demás personas que puedan proporcionarle información. Hay demasiado en juego como para depender de la información falsa o errónea en éste área.

Se trata de entender, una vez más, que los derechos son para todos, sin exclusión alguna, por lo tanto, el derecho a la sexualidad es inherente a las personas con discapacidad.

Comentarios, quejas y sugerencias, dejar aquí y en Twitter: @ZonaDtolerancia.

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