lunes, 20 de septiembre de 2010

Alerta (no tan) temprana

Zona de Tolerancia



Rodrigo Vidal

Bajo el título “Primeras lecciones de Karl”, el investigador de Ciencias Atmosféricas de la Universidad Veracruzana, Adalberto Tejeda Martínez, hace algunas observaciones sobre la necesidad de contar con equipo para observar y medir los fenómenos atmosféricos en Veracruz y un sistema de alerta temprana.

“Modelar o simular en computadora y observar con precisión son entonces los caminos modernos. De ambos estamos escasos en Veracruz”, precisa el autor del artículo.

Luego de hacer un reconocimiento al pronóstico del clima que se hizo desde el Gobierno del Estado y la Gerencia Regional de la Conagua, agrega que “no fueron suficientemente precisos” los pronósticos de avenidas y crecientes de los ríos.

“Sin duda porque no se cuenta con redes observacionales en tiempo real ni con modelos computacionales adecuados a nuestras cuencas, ambas cosas tecnológicamente posibles y factibles. Entonces es claro que se requiere de un sistema de alerta temprana”.

Recordó que “durante el sexenio estatal anterior desapareció el Servicio Climatológico y Meteorológico del Gobierno del Estado, dependiente de la entonces Subsecretaría del Medio Ambiente”, con todo y el equipo que se había instalado en las cuencas de los ríos del norte de Veracruz, como consecuencia de las inundaciones de octubre de 1999.

“Dotar a Veracruz de una red hidrometeorológica suficiente y habilitar modelos de escala estatal (mesoescala, en jerga técnica) es más que urgente” y lo mejor de todo, es posible pero ¿qué creen que haga falta?... Voluntad. O como Tejeda Martínez lo dice sin “politiquería ni corrupción”.

Además, “en materia de prevención de riesgos no basta con los órganos gubernamentales tradicionales. Se deben constituir concejos de expertos y concejos ciudadanos que venzan las inercias burocráticas. Instituciones como la Universidad Veracruzana (UV), el INECOL, el CIESAS y otras, tienen grupos de trabajo en materia de prevención y evaluación de riesgos; parece que todos ellos alejados de los tomadores de decisiones” (pero cercanos a tomadores de pelo).

Como quien dice, falta tarea por hacer en esa materia. La mala noticia (o el pretexto) es que, la administración estatal está por terminar y en este momento la prioridad es la ayuda a los miles de damnificados. Pero, bien pueden comenzar a tomar las acciones, también urgentes, para que Veracruz cuente en lo inmediato con un sistema de alerta temprana y “estudios serios que normen el crecimiento de los asentamientos humanos”.

¿Se puede? ¡Claro que se puede! Se llama voluntad con otro ingrediente: eficiencia. Ambas cosas (la ayuda y el desarrollo del sistema), se pueden hacer. Si los políticos no se quieren mover (del lugar de la tragedia) para salir en las fotos, pueden pedir ayuda a las instituciones que Adalberto Tejeda propone para la constitución de concejos de gente que sabe porque tiene formación (no porque llegó al puesto por compadrazgo).

Pedimos que se note la voluntad de querer hacer las cosas, y la eficiencia para hacerlas bien y con prontitud. Las bases pueden quedar sentadas desde ahora.

Les dejo la advertencia del investigador: “Los extremos meteorológicos de estos días no necesariamente son producto del llamado cambio climático: la variabilidad natural del clima junto con asentamientos en zonas vulnerables, son suficientes para causar desastres de esta envergadura. No imaginemos lo que vendrá con un cambio climático acentuado y una expansión urbana todavía más desordenada”.

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TEXTO COMPLETO DE ADALBERTO TEJEDA
Primeras lecciones de Karl


Adalberto Tejeda Martínez


Durante el paso del huracán y sus secuelas fluviales y pluviales, ha sido ejemplar para varios otros estados del país el trabajo del Comando Unificado de Protección Civil. No obstante hay algunas lecciones que deben extraerse antes de que la desmemoria nos las arrebate, como lo hizo con la experiencia de hace cinco años con Stan:

1. Los pronósticos meteorológicos han sido eficaces. Destaca el profesionalismo de los grupos que encabezan Federico Acevedo Rosas, en el Gobierno del Estado, y José Llanos Arias, de la Gerencia Regional de la Comisión Nacional del Agua. Pero al mismo tiempo hay que reconocer que a ambos equipos les falta apoyo de sus superiores para incrementar el número de miembros y mejorar sus bases tecnológicas.

Vale aclarar que la meteorología como ciencia se construye con teorías que se validan al observar y medir los fenómenos atmosféricos tantas veces como sea posible, y desde hace medio siglo con el apoyo de modelos computacionales, con bases físicas y matemáticas. Modelar o simular en computadora y observar con precisión son entonces los caminos modernos. De ambos estamos escasos en Veracruz.

Las redes de observación meteorológica e hidrométrica se han estancado en los últimos tiempos. Durante el sexenio estatal anterior desapareció el Servicio Climatológico y Meteorológico del Gobierno del Estado, dependiente de la entonces Subsecretaría del Medio Ambiente. Por su parte, la modelación llega a los salones de clases pero como ejercicio escolar, no como herramienta rutinaria para el pronóstico. Los modelos mundiales que circulan libremente en Internet no están enfocados –escalados, dicen los técnicos– al territorio veracruzano. Dotar a Veracruz de una red hidrometeorológica suficiente y habilitar modelos de escala estatal (mesoescala, en jerga técnica) es más que urgente.

2. Por su parte, los pronósticos de avenidas y crecientes de ríos no fueron suficientemente precisos, sin duda porque no se cuenta con redes observacionales en tiempo real ni con modelos computacionales adecuados a nuestras cuencas, ambas cosas tecnológicamente posibles y factibles. Entonces es claro que se requiere de un sistema de alerta temprana. Como lo dije hace dos semana, un sistema así parte de redes de observación meteorológica e hidrológica acopladas a modelos computacionales ya desarrollados pero que hay que adecuar con información de la topografía y del uso del suelo, de los caudales y los valores meteorológicos observados en el pasado, y que además deben ser probados una o dos temporadas de lluvias para calibrarlos.

3. Si a lo mencionado en los dos párrafos anteriores se añaden estudios serios que normen el crecimiento de los asentamientos humanos, y que sus resultados se apliquen sin la blandura que le imprimen la politiquería y la corrupción, podremos si no abatir, cuando menos evitar que crezca el número de víctimas en posteriores contingencias. Si como sociedad ya vamos incorporando medidas de prevención gracias a la previsión, tenemos que iniciar ya la planeación. ¿Cuántas viviendas anegadas no debieron haberse construido ahí si la voracidad de los fraccionadores fuera menor?

4. En materia de prevención de riesgos no basta con los órganos gubernamentales tradicionales. Se deben constituir consejos de expertos y consejos ciudadanos que venzan las inercias burocráticas. Instituciones como la Universidad Veracruzana (UV), el INECOL, el CIESAS y otras, tienen grupos de trabajo en materia de prevención y evaluación de riesgos; parece que todos ellos alejados de los tomadores de decisiones. Falta que se coordinen, quizás en un consejo científico o técnico que sirva de plataforma de conocimiento y tecnología para los gobiernos. Los consejos ciudadanos, por su parte, deben dar voz a asociaciones de damnificados, grupos ambientalista, etc. No es ejemplar el caso del Consejo Científico Asesor de la Secretaría de Protección Civil que se fundó en noviembre de 2008, y que a la fecha nunca ha sesionado formalmente.

5. Al interior de la UV hay programas académicos que podrían colaborar en un proyecto amplio sobre riesgos por fenómenos naturales: las licenciatura en Geografía y en Ciencias Atmosféricas; las ingenierías Ambiental y Civil; los centros de Ciencias de la Tierra y de Investigaciones Tropicales, el Programa de Cambio Climático así como los institutos de Ingeniería y de Ciencias Marianas y Pesquerías, por mencionar algunos, podrían ser, de proponérselo, un baluarte del conocimiento en la materia con fuertes beneficios a la población.

6. Los registros confiables de huracanes datan de cincuenta años. ¿Han ocurrido similares a Karl en un pasado más remoto? Quizás sí en cuanto a fuerza de vientos o intensidad de lluvias pero no en cuanto a daños, por la sencilla razón de que la cantidad y densidad de la población eran mucho menores. La vulnerabilidad se va construyendo o menguando con cada asentamiento humano. Si como sociedad somos frágiles para enfrentar los embates meteorológicos presentes, más lo seremos ante el cambio climático futuro. Los extremos meteorológicos de estos días no necesariamente son producto del llamado cambio climático: la variabilidad natural del clima junto con asentamientos en zonas vulnerables, son suficientes para causar desastres de esta envergadura. No imaginemos lo que vendrá con un cambio climático acentuado y una expansión urbana todavía más desordenada.
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